Tras el golpe de estado
de 1851, el sobrino de Napoleón Bonaparte, Napoleón III, es
coronado como emperador. Comienza su mandato con un proyecto: transformar el París medieval en
una ciudad adaptada a los nuevos tiempos. Inspirado por la moderna
urbe londinense, se propone hacer de la capital francesa un lugar más
cosmopolita, con anchos y amplios bulevares, bajos comerciales y unas
mejores condiciones de salubridad gracias a los nuevos sistemas de
saneamiento. Muchos barrios de París se habían quedado pequeños
para el gran crecimiento que la población había sufrido la ciudad
tras la Revolución Industrial.
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La Ile de la Cité antes de las reformas
Fuente: Wikipedia |
El encargado de llevar a
cabo el proyecto de Napoleón III será el barón Haussmann. Las
obras se desarrollaran entre los años 1852 y 1870. Se sanea la
ciudad, dotándola de un sistema de alcantarillado moderno, se
derriban edificios, se abren anchos bulevares, se habilitan nuevos y
numerosos bajos comerciales, se unifica la arquitectura de París, se
inaugura un modernísimo palacio de la ópera (el Palais Garnier o
Palacio de la Ópera), se amplian los distritos administrativos de la
ciudad de los 12 originales hasta los 20 actuales... Ciertamente,
Napoleón III y Haussmann consiguen su objetivo. Pero ¿a qué
precio? Para poder realizar todas estas obras se hace necesario
recurrir a la expropiación y desalojo forzosos. Esta población se
ve obligada a desplazarse del centro de la ciudad a los barrios
periféricos. La financiación para las obras se hace usando
préstamos masivos por parte del Estado, lo que acaba llevando a un
endeudamiento exhacerbado de la Hacienda pública. Al mismo tiempo,
el precio de los apartamentos en los nuevos edificios es
extremadamente alto para gran parte de la parte de la antigua
población de la urbe, comenzando así la ruptura del equilibrio
social existente hasta el momento: la burguesía vivía en los
segundos pisos, funcionarios y empleados en los terceros y cuartos,
trabajadores en el quinto, y el servicio, los estudiantes y los
pobres en el desván, estando todas las clases sociales reunidas en
el mismo edificio, pero desde las reformas de Haussmann, las clases
más desfavorecidas se ven obligadas a vivir fuera del núcleo
urbano.
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Antiguos barrios de París y el nuevo límite de la ciudad.
Fuente: Wikipedia |
Las reformas también se
ven influenciadas no solo por el gusto de embellecer y mejorar la
ciudad, sino también por el afán de controlar una población
propensa a las
revueltas y que ya había derrocado a varios
gobiernos desde 1789. Las nuevas avenidas estaban pensadas para que
por ellas pudiera circular el ejército con facilidad y dificultar
la posibilidad de que la población se atrincherara en caso de
rebelión.
Esta intervención
urbanística ha sido extremadamente polémica. Si bien es
cierto que la ciudad necesitaba readaptarse a la era moderna,
también lo es que la
intervención resultó extremedamente agresiva. Prácticamente toda
la ciudad medieval es destruída, quedando
como una de las escasas muestra urbanística el barrio del Marais, el
barrio más antiguo de París. Pero, a pesar de lo agresivas que
hayan podido ser estas reformas, es cierto que han aportado a la
ciudad de un carácter único. Mi particular consejo: pasear París,
la mejor forma de poder conocer y entender esta ciudad, es
recorriendo sus bulevares y avenidas, dejándose perder un poco.
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