lunes, 9 de julio de 2012

El pueblo toma la palabra


    La celebración del 14 de julio se acerca. La ciudad de París ya se está preparando para desfiles y festejos: la plaza de la Concorde está cortada a los peatones las gradas preparadas en los Champs Elysees. La fiesta nacional francesa, también conocida como la fiesta de la Federación, conmemora la toma de la Bastilla, momento que marca el punto de inicio oficial de la Revolución Francesa y el final del Antiguo Régimen.
     Pero la Revolución ya se estaba fraguando desde hacía tiempo. La vida de derroche que llevaba la corte en Versalles, unido a las crisis agrícolas y financieras del país, habían hecho que el Tercer Estado (así era como se llamaba a las personas que no formaban parte de la nobleza ni del clero), empezara a reclamar una mejor gestión por parte de la realeza.


Inaguración de los Estados Generales, Auguste Couder
     En mayo de 1789 se decide convocar los Estados Generales, era la 21ª vez que se convocaban en 487 años. La asamblea estaba dividida por estamentos, el primer estamento era la nobleza, el segundo el clero y el tercero la burguesía. El ministro de Finanzas, Jacques Necker presenta los problemas financieros a los que se enfrenta Francia, dejando bien patente el grave déficit presupuestario del país. Pero uno de los temas que más precupaba a los diputados era si los cambios se iban a a votar por estamento o por cabeza. El voto estamentario favorecía al alto clero y nobleza, mientras que el voto individual significaría una victoria para el Tercer Estado, que representaba al 97% de la población. Ante la imposibilidad de llegar a un consenso entre los estamentos, el Tercer Estado toma una decisión: invitan a los diputados del primer y el segundo estamento a que se unan a ellos. Dos nobles y 147 clérigos aceptan la invitación. Esto provoca un caos jurídico, los estados se habían unido en una asamblea única en la que todo el pueblo estaba representado.
Juramento del Juego de Pelota, Jacques-Louis David
     La decisión que toma Luis XVI es simplemente prohibir la entrada del Tercer Estado en la Asamblea. Pero ya era tarde para intentar frenar lo estaba a punto de suceder. Esta nueva formación toma el nombre de Asamblea Nacional y encuentran un lugar alternativo donde reunirse: la sala de Jeu de Paume de Versalles. El 20 de junio de 1789 se reúnen y juran no disolverse hasta dar una Constitución al país, también conocido como el Juramento del Juego de Pelota. Cuando el rey trata de disolver la nueva formación, el diputado Mirabeau responde “Estamos aquí por la voluntad del pueblo y sólo saldremos por la fuerza de las bayonetas ”. Luis XVI acabará viéndose obligado a ceder e invita a la nobleza y el clero a juntarse a la nueva asamblea, formándose así la Asamblea Constituyente. La rebelión parlamentaria ya está en marcha.
     Al mismo tiempo, en la ciudad de París el malestar va creciendo. El hambre es tal que empiezan los saqueos de tiendas y almacenes. El detonante vendrá el 11 de julio de 1789, cuando el rey, intentando frenar las reformas que trata de implementar la Asamblea Constituyente, decide destituír al ministro de Finanzas, Jacques Necker (a favor de cambios que beneficiaban al Tercer Estado). En París empiezan a creer que esta destitución es el comienzo de un golpe de estado por parte de la parte más conservadora. En medio de la incertidumbre se alza una voz, subido a una mesa de los jardines del Palais Royal se encuentra Camille Desmoulin (un abogado de segunda categoría) armado con una pistola y gritando: 

¡Ciudadanos, no hay tiempo que perder; el cese de Necker es la señal de la Noche de San Bartolomé para los patriotas! ¡Esta noche, batallones de suizos y alemanes tomarán el Campo de Marte para masacrarnos; sólo queda una solución: tomar las armas!



     Los ciudadanos forman un cuerpo de guardia popular, la Guardia Nacional, pero tienen un problema, no tienen armas. Se dirigen a los Inválidos a exigir las armas que tienen allí almacenadas. Allí se les niega la entrada. Pero al día siguiente, el 14 de julio, unos 40 000 manifestantes asaltan por la fuerza los Inválidos. Allí se llevan unos 30 000 mosquetes, 12 cañones y un mortero. Así armados, el se dirigen a la prisión de la Bastilla y asaltan la fortaleza medieval. En la prisión solo se encontraban siete presos, pero la toma del bastión lo que realmente es, es un símbolo: el pueblo asediando la prisión que era el símbolo del despotismo y el Antiguo Régimen. 

Asalto a la Bastilla, Jean-Pierre Houël






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