La celebración del 14 de julio se
acerca. La ciudad de París ya se está preparando para desfiles y
festejos: la plaza de la Concorde está cortada a los peatones
las gradas preparadas en los Champs Elysees. La fiesta
nacional francesa, también conocida como la fiesta de la Federación,
conmemora la toma de la Bastilla, momento que marca el punto de
inicio oficial de la Revolución Francesa y el final del Antiguo
Régimen.
Pero la Revolución ya se estaba
fraguando desde hacía tiempo. La vida de derroche que llevaba la
corte en Versalles, unido a las crisis agrícolas y financieras del
país, habían hecho que el Tercer Estado (así era como se llamaba a
las personas que no formaban parte de la nobleza ni del clero),
empezara a reclamar una mejor gestión por parte de la realeza.